Ya que estamos en septiembre y es estación de vendimia, se me ocurre que algunas bandas funcionan como las mejores bodegas. Inician su trayectoria con buenos caldos a los que el paso del tiempo no hace sino mejorar, y a la postre, el buen hacer se hace seña de identidad y cada producto, desde el momento en que sale, se enfrenta al reto de ofrecer algo nuevo y delicado a los sentidos tanto de seguidores afianzados como de nuevos adeptos.
El último trabajo que nos ofrece The Ladybug Transistor no defrauda en provocar sensaciones nuevas, o al menos algo enfrentadas. Clutching Stems probablemente no sorprenda de la misma manera que lo hicieron discos como Argyle Heir en su día, por mencionar sólo uno, en mi opinión esto sin embargo no desmerece la calidad del nuevo disco. Ahora los Ladybug suenan más serenos, maduros, probablemente más cercanos a bandas británicas de los ochenta que al pop y soul americanos de finales de los sesenta. Algunos lo achacarán a una supuesta pérdida de energía, de frescura y hasta de coherencia y otros nos quedaremos más a gusto con el argumento de que el paso del tiempo les ha permitido mirar hacia atrás y reinventarse un poquito, lo justo para mantener la esencia y mantenernos de su lado.
(Autor: ROSA)
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