En el mundo del video musical hay verdaderas maravillas, lo sabemos, pero pocas se me ocurren ahora superiores a esta pieza creada para la canción «Small plane», del último disco de Bill Callahan. Una verdadera obra de arte en sí misma, un cortometraje de intensa belleza en el que solo los breves planos en los que Mr. Callahan sale cantando y tocando la guitarra nos hacen recordar que estamos ante un videoclip y no ante una película nominada al Oscar.
En «Small plane» nos cuentan una historia de amor imposible, una de tantas, una historia de amor imposible entre personajes invisibles, aquellos en los que nunca se fija nadie, hasta que hacen brillar los ojos y el corazón de otro personaje invisible, un brillo que cuando explota crea esos amores eternos y vivos para siempre. Una historia de amor luminosa, con final feliz, a pesar del tono de la canción y del blanco y negro elegido para las imágenes. Una historia de amor superior entre personas normales.
El jardin de Octopus 